Cómo revisar tu manuscrito

Finalmente, llegó el día en que pusiste el último punto a tu manuscrito.

Es un logro enorme y deberías asegurarte de celebrarlo, ¿pero está listo para que lo publiques?

Ya sé que le metiste mucho tiempo encima y que te morís de ganas de mostrarlo al mundo, pero si no lo corregís, puede que tus lectores se encuentren con cosas que los haga alejarse de tu historia y de todo lo que publiques después. Por eso mejor que primero le des una revisada.

¿Que no sabés qué buscar? Seguí leyendo que te preparamos una guía para que le saques todo el jugo al manuscrito que tenés en tus manos.

Inconsistencias en la trama

Sea que escribís con escaleta o que te sentás a escribir sin ningún tipo de preparación previa, existe la posibilidad de que tu versión creadora —esa que se sienta a escribir una historia por primera vez— tenga diferentes personalidades o, bien, piense tan rápido que se le pasen por alto algunas cosas.

Esto se puede ver reflejado de la siguiente forma:

Personajes que actúan fuera de su personalidad o que no son fáciles de distinguir

Hace poco terminé de hacer una lectura beta de una aventura de fantasía juvenil. Era sobre unas mellizas que descubrían que eran princesas del país de los genios —seres míticos— y que sus padres y pueblo eran prisioneros en una isla mágica bajo el océano.

Algo que suele pasar con los mellizos en la ficción, es que o bien tienen personalidades diferentes muy marcadas —uno es bromista y el otro es serio, una es una chica muy delicada y la otra bastante ruda, etc., como en Juego de gemelas— o son parte de un todo; un mismo cerebro en dos cuerpos —Fred y George Wesley.

Las mellizas de esta historia parecían pertenecer a la primera categoría. La primera tenía una personalidad mucho más curiosa, rebelde y juguetona. La segunda era más seria y estructurada. Alrededor del capítulo cuatro, empezaron a intercambiar estos rasgos constantemente. Para el final de la historia, no había consistencia ni siquiera en sus reacciones. No había algo que dijera, “Ah, esta es Lila. Esta es Bianca”.

Lo mismo sucedió con las historias de otro cliente. Este estaba escribiendo misterios que eran resueltos por un grupo de cuatro amigas. Marcaba muy bien sus diferentes personalidades cuando describía sus vestimentas, pero cuando hablaban, era fácil no distinguir quién decía qué. Todas tenían los mismos gestos y usaban exactamente las mismas expresiones.

Imaginate lo difícil que puede ser seguir el ritmo de quién dice cada cosa, cuando todos los personajes hablan exactamente igual.

*Pro-tip: Por muchas cuestiones, puede ser normal que dos o más personajes se expresen de forma similar. Usa las acciones para diferenciarlos.

Huecos en la trama o subtramas que te olvidaste de cerrar

A veces uno se queda tan enganchado con la historia principal de su historia, que se olvida que hay otros personajes con sus propios arcos y subtramas.

Te voy a dar un ejemplo con una historia mía.

Cuerpos estrellados es una historia de cambios de cuerpo. Al estilo de “Un viernes de locos”, pero entre una madre soltera en Córdoba, Argentina, y una superestrella de rock de Inglaterra. Entre los personajes secundarios está la familia de Débora —la madre— y los músicos de la banda. En la idea original, el baterista y el bajista tenían sus subtramas. La del bajista quedó, dentro de todo, bien. No me la olvidé porque termina influenciando la historia de Débora, pero de la del baterista, la comencé y nunca más la toque.

Cuando estaba revisando y anotando todo lo que tenía que corregir, me encontré con que mi pobre Devon no tenía nada para él.

En un cuento corto o relato, estas cosas rara vez pasan, pero cuando tenés un manuscrito de 300 páginas… es más común de lo que te podrás imaginar.

Ritmo

Porque sí. Aunque estés poniendo letra tras letra, palabra tras palabra en una hoja de papel, los textos tienen ritmo y musicalidad. El ritmo te marca qué tan rápido o lenta es una escena.

Funciona más o menos como en el cine. Cuando tenés momentos tranquilos, introspectivos, de mucho drama, la cámara suele quedarse más tiempo con un personaje, o es más estática. Tiene menos cambios. En cambio, cuando es una escena de acción, digamos una pelea arriba de un tren en movimiento, o una persecución automovilística, la cámara es más errática. Va de un personaje a otro, te muestra la escena por arriba, por adelante, por el costado, algo siempre está en movimiento. No son cosas al azar. Con esas cuestiones técnicas, hacen que vos, como espectador, te sientes al borde de la silla, hagas micromovimientos esquivando los golpes del atacante o que te den ganas de abrazar el almohadón del sillón.

En un texto, manejás el ritmo con el largo de las palabras y las oraciones. Con oraciones cortas creas un ritmo más rápido. Ideal para escenas de mucha tensión y acción. Con oraciones cortas, el ritmo es más lento. Permite al lector entrar emocionalmente al texto.

En mi relato El banquete, que escribí hace ya bastante, intento hacer esto. Creo que podría ser mejor, pero le tengo mucho cariño y, hacia el final, podés encontrar esta misma técnica.

Musicalidad

La musicalidad, si bien toca en cierto punto al ritmo, es más una cuestión de oído. Porque sí, oraciones cortas para tensión y acción, oraciones largas para escenas emocionalmente cargadas. Pero no todo es blanco o negro y si te guías solo por ese primer consejo, podés terminar con un texto monótono y aburrido, que también va a hacer que termines perdiendo a tu lector.

Un ejemplo con el que me crucé más de una vez en talleres y cursos es este:

Esta frase tiene cinco palabras. Aquí tienes otras cinco palabras. Estas frases no están mal. Pero demasiadas juntas resulta monótono. Escucha lo que está pasando. El texto se hace aburrido. El sonido parece un zumbido. Es como un disco rayado. Tu oído pide más variedad. Ahora escucha. Cambio la extensión de la frase y creo música. Música. El texto canta. Tiene un ritmo agradable, una cadencia, una armonía. Escribo frases cortas. También escribo frases de longitud intermedia. Y a veces, cuando estoy convencido de que el lector está descansado, le engancho con una frase de una extensión considerable, una frase que resuena con energía y evoluciona con el ímpetu de un crescendo, de un redoble de tambores, del chocar de los platillos—un sonido que te dice «escúchame, es importante».

[Esta traducción en particular es de https://mongemalo.com/esta-frase-cinco-palabras/. El original es de Gary Provost].

Diálogos

Escribir diálogos debería considerarse un arte en sí mismo.

Tiene tantos factores que es fácil hacer que suenen poco naturales.

La primera clienta que te mencione —la de las mellizas— me mando, antes de esa historia, un romance para que se lo revisara. Cada vez que los personajes hablaban entre sí, siempre decían el nombre de su interlocutor. Si te fijas cómo las personas hablan, suelen nombrar a su interlocutor cuando quieren llamarle la atención —al inicio de la conversación—, o en determinados momentos, cuando quieren enfatizar algo.

No es que poner el nombre esté mal, pero si queremos que nuestros diálogos suenen naturales, tenemos que empezar a prestar atención a esos detalles que nos proporciona la vida, e ir encajándolos dentro de nuestra narrativa. Eso sí. Ojo al piojo y no empieces a agregar cada muletilla y vicio. Se trata de hacer que sea fluido y que tenga su personalidad. Nada más.

Otro cliente tenía la costumbre de escribir páginas y páginas de diálogo sin que los personajes hagan nada más. Para indicar quién hablaba, recurría una y otra vez al «dijo x», «preguntó y», etc. Que de nuevo, tampoco está mal usar los verbos del habla, pero si solo te apoyas en estos para indicar qué personaje está diciendo tal cosa, el texto se vuelve monótono.

Hay otras cosas a las que prestar atención en un diálogo, como si lo que se dice es acorde a quién lo dice, tanto en cuestiones de edad, lugar de origen, educación, etc. que están fuertemente ligadas con la creación de personajes. Pero eso, tal vez, pueda venir en otro artículo.

Errores de gramática y estilo

Nada de lo que avergonzarse. Yo, con una mano en el corazón, creo que escribo peor cada año que pasa. No sé si es porque hablo dos idiomas que suenan parecido, pero se escriben bastante diferente, por el uso de la tecnología, el cansancio general o una mezcla de todo.

Y aunque ese no sea tu caso, te dedicas a escribir historias, no a aprenderte cada regla gramatical.

¡Todavía más! Aunque sepas un montón de gramática y ortografía y que hayas revisado tu manuscrito hasta que se te secaron los ojos, te pueden quedar errores. Es ahí donde viene la magia de que a tu manuscrito lo mire otra persona, porque cuando ya lo leíste cinco veces, tu cerebro está tan harto de ver lo mismo, que no lee igual y llega el momento en que lo mejor que podés hacer es pasarle tu historia a un par de ojos frescos.

[En caso de que no lo sepas, nuestro trabajo es conectar lectores y escritores y esto lo hacemos sin cargo alguno, pero también ofrecemos servicios de corrección literaria y lectura beta para ayudarte con esta parte del proceso de escritura].

Tomate el trabajo con calma, relee tu manuscrito, anotá todo lo que veas, trabajá una cosa por vez para entregarle a tus lectores una historia que brille.

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